La mayoría de los enfermos, entonces, sólo esperaban en las camas del hospital la llegada de lo inevitable, mientras eran atendidos por algunos médicos y las abnegadas hermanas de la caridad. Al ser un sitio cargado de mucho dolor y muerte, no extrañó que con el paso de las décadas comenzaran a reportarse diversas presencias de espíritus y espectros que pululaban por sus pasillos, pabellones y jardines."
"El fraile:
La aparición del fraile no es tan tranquila, Pues éste se
pasea inquieto por los parques que separan los pabellones médicos. Usa un traje
café y de su cadera cuelga una pequeña cuerda. Su rostro es un misterio porque
nunca se quita la capucha. Eso ha generado varias versiones. Testigos aseguran
que no tiene cabeza. Pero otros dicen que sólo la esconde. ¿El motivo? No se
sabe."
"El
médico
El médico fue parte del personal que trabajó en el hospital durante la epidemia
de viruela, cólera y tuberculosis de
1872. El hombre alto y delgado que se pasea por los oscuros pasillos y se le ha
visto con su atuendo médico atravesando las paredes. Se pasea preferentemente por
las salas que rememoran la gran cantidad de enfermos desahuciados. Pero también
se le ha visto atravesando la pared que da al Cementerio General. Se dice que
el médico murió de improviso a mediados de 1900."
"La matrona:
Pero, ¿qué pasaría si se encontraran con la mujer de rojo?
Aunque hace más de diez años que la maternidad del hospital dejó de funcionar,
por las tardes aparece una mujer esperando que un niño necesite de sus
cuidados. Se cree que pudo ser una matrona, porque se mueve con seguridad, como
dando órdenes, y no saluda. “aparece en los rincones más oscuros de la
maternidad y su presencia es tenebrosa, porque en esa área la iluminación
es escasa y la soledad, intensa”
"Las monjas fumadoras
Por sus dos largos pasillos y su jardín de cinco hectáreas,
las monjas fumadoras son las más famosas. Cuentan que sólo aparecen cuando se
cierran las puertas del recinto. “Acá todos saben que hay dos monjas que se
ponen afuera de la capilla a fumar”
Se cree que las religiosas eran voluntarias de las Hermanas
de la Caridad, ese grupo de valientes mujeres que cuidaban enfermos
tuberculosos. Nadie más cuidaba a esos enfermos por temor a contagiarse."
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